Racimos de uvas de la variedad garnacha

Garnacha: la uva que unió los territorios de la Corona de Aragón

La garnacha es una de las variedades más emblemáticas del Mediterráneo y un elemento clave para comprender la expansión vitivinícola de la Corona de Aragón, un entramado político que integró reinos y territorios muy diversos bajo la autoridad del monarca aragonés.

Desde Aragón, Cataluña y Valencia hasta Mallorca, Cerdeña, Sicilia y Nápoles, la circulación de esta uva acompañó las rutas comerciales y marítimas que vertebraron el espacio político aragonés en la Baja Edad Media.

Aunque su origen sigue siendo motivo de debate, la evidencia ampelográfica sitúa en Aragón la mayor diversidad genética antigua de la variedad, lo que sugiere una domesticación temprana. Desde allí, la garnacha se difundió hacia territorios peninsulares vinculados al Condado de Barcelona y, posteriormente, a otros dominios mediterráneos de la Corona.

Su versatilidad y resistencia explican su rápida adaptación a climas secos, suelos pobres y explotaciones agrícolas sometidas a tensión climática.

El sistema político aragonés favoreció esta expansión. Las rutas que conectaban Barcelona, Valencia y Mallorca con Cerdeña, Sicilia y Nápoles, y en los siglos XIV y XV con los ducados de Atenas y Neopatria, permitieron el intercambio de plantones, técnicas de cultivo, conocimientos enológicos y prácticas comerciales.

La garnacha se convirtió así en una uva característica de un Mediterráneo articulado por puertos, ciudades mercantiles y redes campesinas que operaban bajo un mismo marco jurídico y económico.

Sus cualidades agronómicas permitieron su arraigo en territorios de clima impredecible. La garnacha resiste bien la sequía, prospera en suelos pedregosos y ofrece rendimientos estables incluso en condiciones adversas. Para regiones que dependían de la regularidad de sus cosechas, esta uva se convirtió en un seguro agrícola de primer orden.

A esta resistencia se sumó una extraordinaria versatilidad enológica. La garnacha permitía elaborar vinos tintos equilibrados, rosados de perfil afrutado y dulces naturales apreciados en mercados mediterráneos.

Su capacidad de adaptación reforzó su circulación hacia el sur de Francia, Italia y el norte de África, consolidando su prestigio en un espacio donde las conexiones marítimas de la Corona de Aragón tenían un papel decisivo.

La historia de la garnacha es, en última instancia, la historia de una uva que acompañó a la expansión mediterránea de la Corona de Aragón, integrando territorios lejanos mediante prácticas agrícolas comunes y un comercio que unió durante siglos a agricultores, mercaderes y consumidores.

Su presencia actual en denominaciones de prestigio confirma la continuidad de ese legado histórico.


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Historias del vino – Garnacha: la joya enológica de la Corona de Aragón
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