Entre finales del siglo XVIII y buena parte del siglo XIX, el bandolerismo se convirtió en un fenómeno recurrente en los caminos de la España interior. En ese contexto, el vino fue uno de los bienes más perseguidos por los asaltantes, que atacaban a viajeros y arrieros para hacerse con los odres en los que se transportaba.
El escenario más emblemático de esta realidad fue Sierra Morena, un territorio abrupto y escasamente controlado que conectaba la Meseta con Andalucía. Por allí circulaban mercancías procedentes de La Mancha y del interior de provincias como Sevilla y Córdoba, entre ellas grandes volúmenes de vino y aguardientes destinados al consumo urbano.
El vino viajaba sin etiquetar ni marcar, transportado en odres de piel: un recipiente práctico y resistente pero también fácil de requisar en un asalto.
Para los bandoleros, el vino y el aguardiente eran un botín inmediato. A diferencia del dinero, podían consumirse al instante o intercambiarse con rapidez. Por eso, los ataques no buscaban siempre grandes cargamentos, sino provisiones esenciales que garantizaban la subsistencia en zonas apartadas.
Este fenómeno se vio favorecido por un contexto de inestabilidad prolongada. La guerra contra Napoleón y las guerras carlistas debilitaron el control del territorio y multiplicaron la inseguridad en los caminos. También, la pobreza y abandono del mundo rural inducidos por las reformas y las desamortizaciones liberales, que aumentaron el desempleo del campo. En ese escenario, el transporte de vino quedó especialmente expuesto.
El declive del bandolerismo llegó a mediados del siglo XIX con la creación de la Guardia Civil, un cuerpo policial especializado en la lucha contra el bandidaje. Su despliegue sistemático en áreas rurales y en las grandes rutas de comunicación redujo drásticamente los asaltos. Con ello, los odres dejaron de ser un botín habitual y el vino comenzó a circular con mayor seguridad.
La historia de los bandoleros y el vino no habla de gestas románticas sino de pobreza y de conflictos sociales. Que el vino fuera uno de los objetivos más frecuentes revela, eso sí, hasta qué punto esta bebida era una mercancía cotidiana, imprescindible y omnipresente en la España del siglo XIX.
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Historias del vino – Bandoleros: asaltadores de odres
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