La expansión de la Listán Prieto en Hispanoamérica fue uno de los procesos agrícolas más significativos de la colonización española.
Esta variedad, común en Castilla y en las islas Canarias, se convirtió desde el siglo XVI en la primera vid europea plantada de manera sistemática en los nuevos territorios de la Monarquía Hispánica. Su resistencia, capacidad de adaptación y ciclo corto la hicieron ideal para climas y altitudes muy diferentes.
Las primeras referencias documentales sitúan su llegada en la década de 1520, cuando los colonizadores establecieron los primeros viñedos en México y Centroamérica. Desde allí, la variedad avanzó hacia el sur siguiendo rutas comerciales y administrativas. Las órdenes religiosas desempeñaron un papel clave al plantarla en misiones y conventos, garantizando el suministro de vino para la liturgia y para el consumo cotidiano.
En regiones como Perú, Chile o Argentina, la Listán Prieto —conocida localmente como Criolla, País o Misión— definió estilos de vino que todavía forman parte del patrimonio enológico americano. Su productividad y fiabilidad le permitieron convertirse en la base de una vitivinicultura emergente, mucho antes de que otras variedades europeas llegaran a consolidarse en estos territorios.
La variedad también contribuyó a la economía local. Permitió crear excedentes destinados al comercio interno y, en algunos casos, al abastecimiento de centros mineros o urbanos. Su cultivo impulsó redes agrarias que vincularon valles, ciudades y enclaves misionales en una misma lógica de producción y distribución.
Con el paso del tiempo, las independencias y el rechazo a todo lo hispano anterior, la imitación de las técnicas francesas y la llegada de nuevas uvas -en especial durante los siglos XIX y XX- relegó la presencia de la Listán Prieto en muchas zonas.
Sin embargo, su importancia histórica permanece. Sin esta vid resistente y versátil, la implantación del vino europeo en América habría sido mucho más lenta y difícil.
La historia de la Listán Prieto recuerda que la viticultura americana nació de una combinación de necesidad, oportunidad y adaptación. Su recorrido demuestra cómo una sola variedad pudo conectar continentes y dar origen a tradiciones enológicas que hoy siguen vivas.
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Historias del vino – Listán Prieto: la uva fundacional del vino en Hispanoamérica
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