La jamriyya fue una de las formas poéticas más singulares de Al Ándalus. A partir del siglo IX, algunos autores comenzaron a dedicar versos al vino, sus colores y efectos, así como a los escenarios sociales en los que se consumía. Aunque la ley islámica restringía su uso, estas composiciones revelan una vida urbana compleja donde la práctica y la norma convivían en tensión constante.
Estas poesías no se limitaban a celebrar la bebida. Retrataban tertulias cultas, jardines perfumados, reuniones palatinas y ambientes refinados en los que la música, el ingenio, el erotismo y la conversación desempeñaban un papel esencial. La jamriyya funcionó, así, como un testimonio privilegiado de la socialización andalusí.
Entre los autores más conocidos se encuentra Ibn Hazm, que integró en sus obras escenas que describen el consumo de vino en contextos cortesanos. Estas referencias permiten conocer los usos, los gustos y las prácticas de un mundo profundamente influido por la cultura del Mediterráneo oriental pero adaptado a las ciudades hispanas y a la sensualidad.
Las jamriyyāt también recogieron vocabularios sensoriales. Colores, aromas, densidades y temperaturas eran descritos con una precisión literaria que, en ocasiones, anticipaba una mirada casi técnica. Funcionaban como un archivo cultural que documentaba la presencia del vino en los palacios y casas nobles.
La llegada de los almorávides y los almohades endureció las restricciones, pero la poesía del vino no desapareció. Cambió de tono y se volvió más velada pero mantuvo su función como espacio simbólico para explorar la relación entre moral, poder y vida cotidiana.
La jamriyya muestra cómo la cultura andalusí integró prácticas diversas, incluso aquellas sometidas a prohibición. Su estudio permite comprender un mundo donde la poesía servía como espejo de una sociedad dinámica y plural.
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Historias del vino – Jamriyya: la poesía andalusí del vino
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